miércoles, 19 de diciembre de 2007

DIARIO DE PABLO FRANK. SEGUNDO DÍA EN HOLANDA











Suena la alarma, Ali la apaga, y seguimos durmiendo un rato. Federico ya se ha ido. Al levantarnos probamos la ducha infernal, nos preparamos y estamos dispuestos para nuestra segunda jornada en Ámsterdam. Nos dirigimos al barrio de los museos, cerca de De Pijp, donde estuvimos la noche anterior. Nos gustan sus calles y edificios, es una zona tranquila, grabamos las primeras tomas de nuestro video, llegamos hasta VONDELPARK, el parque de los museos, hace frío y no hay mucha gente, seguimos asombrados por la cantidad de bicicletas y el dominio y control que tienen de ellas. Pasamos por la puerta del Van Gogh Museum, nos hacemos fotos en un zueco gigante, y llegamos hasta la puerta del RIJKSMUSEUM. Decidimos entrar, cuesta diez euros. En el museo aprendemos bastante de la Historia de Holanda, y admiramos las obras de REMBRANDT Y VERMER sobre todo, yo soy un admirador de Rembrandt. Me encanta también una escultura de cupido. Mandamos mensajes de video via e-mail, algo que nos sorprende y nos encanta que se pueda hacer. Salimos del Museo y decidimos conocer JORDAAN, el barrio judío de Ámsterdam. Si nos gustó el otro barrio, este nos gusta aún mas. Es muy bohemio, muy tranquilo, con casa bonitas y tiendas y galerías modernas. Nos entra el hambre y entramos en un local modernillo, los chicos son muy guapos. Pedimos unos sandwiches, están buenos, pero son caros. Nos paramos un momento a mirar la decoración y el ambiente, cuando nos vamos, nos habla un chico llamado Rober, de origen colombiano, pero de la ciudad, va con una chica que suponemos es su novia. Le preguntamos lugares donde comer, y nos apunta en un papel una lista de lugares, preguntando a su novia y al camarero, nos vuelve a sorprender la amabilidad de la gente. Entre la confusión del dialogo, casi nos vamos sin pagar. Decidimos seguir el itinerario que pone en la guía; Pasamos por la puerta de la Casa de Ana Frank, no hay gente esperando, asi que decidimos volver mas tarde. Seguimos el trayecto de uno de los canales, todo sigue siendo precioso, vemos las primeras casas flotantes, y nos sigue sorprendiendo que no haya ni cortinas ni persianas, y que se vean los domicilios por dentro. Subimos hasta el noroeste de la ciudad, donde dicen hay unas especies de islas, es de noche y no nos sorprende nada lo que vemos, decidimos volver. El paseo es agradable, pese a ser de noche, no hace frío. Ali y Yo tenemos ganas de ver la Casa de Ana Frank, Lucía prefiere dar una vuelta por el barrio judío. No hay que esperar para entrar a la casa-museo, revivimos el Diario de Ana Frank, nos impresiona la casa y la manera en la que han montado el museo, conociendo la historia, a veces se te pone la carne de gallina al estar entre esas paredes. Concluimos que el personaje de Otto Frank es realmente quien merece una buena peli ( no vale copiar la idea...). Terminamos el recorrido justo cuando cierran el museo, al salir llamamos a Lucía, que nos lleva hasta un bar que ha encontrado para tomar algo. Nos pedimos unas Heineken, y tratamos de planificar el siguiente día, creemos que podríamos aventurarnos a visitar los pueblos del norte, y miramos que nos queda por ver de Ámsterdam, casi se quema el plano con una vela (situación muy comica...), y nos damos cuenta que a partir de las siete es cuando empieza el bullicio y la hora de cenar.
Salimos del local, y nos dirigimos a “nuestro” barrio para cenar algo. Miramos la lista que nos dio nuestro amigo “colombian second generation”. Buscamos un tailandés que nos recomendó, pero está cerrado. Al final encontramos un italiano barato. Nos pedimos una pizzas, no hay mucha gente, y la que hay es joven; la camarera es una guapa rubia. Todo esta bueno, y nos vamos contentos. Estamos cerca del Hostel, entramos en la sala común y nos encontramos un “kit” de fumar, con papel, boquillas y un poco de “maria”. Nos lo llevamos. Cuando llegamos a la habitación, Federico está durmiendo, tratamos de no hacer ruido. Nos acostamos pensando en despertarnos pronto al día siguiente. Por la mañana temprano, Federico abandona la habitación, nos despierta a los tres.

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