martes, 16 de junio de 2015

LOS LÍMITES

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¿Hay límites en el humor? nos estamos preguntando estos dos últimos días a raíz de la polémica con Guillermo Zapata, sus tuits y su dimisión y responsabilidad.

¿Hay límites?, efectivamente los hay, porque de no haberlos, no estaría escribiendo sobre esto y no estaríamos debatiendo sobre ello… cuando hay cosas lógicas, hay cosas lógicas… y esto cae sobre su propio peso: hay límites.

¿Quién marca los límites?... ¿tu?... ¿yo?... ¿Chiquito?...

Siempre he defendido que como seres humanos estamos entrando en la edad adulta… pero como sociedad somos aun adolescentes. Ahora debo añadir que como seres tecnológico-sociales no somos mas que bebés gateando a cuatro patas.
Cuando el hombre decidió vivir en sociedad tuvo que aceptar muchas cosas que aun hoy en día no están del todo superadas (prejuicios, racismo, intolerancia…)… y existe un motivo para ello: NO TODOS SOMOS IGUALES… o mas bien, TODOS SOMOS DIFERENTES. 

Y aquí es donde se encuentran los límites.  Y aquí es donde empieza la demagogia, la paradoja y muchas veces lo irracional. 

Parece que todos pretendemos que los demás sean y piensen igual que nosotros… que les gusten las mismas cosas, que valoren todo igual y que les haga gracia o les de pena lo mismo que a nosotros. Si no es así, es algo que no entendemos y que tendemos a descalificar, catalogar o ignorar por puro miedo que nos demuestren que estamos equivocados y que nuestro micro-universo del que somos dioses se nos venga encima.

Nadie puede exigirme que no cuente un chiste, ni es justo que se me juzgue o catalogue por un chiste… pero tampoco nadie puede exigirme que un chiste me haga gracia y ni es justo que se me catalogue o juzgue porque no tenga ese “sentido del humor”.  Las personas somos muy complejas, y como he dicho antes, TODOS SOMOS DIFERENTES. Hay personas a las que el dolor físico les produce placer (masoquistas) y lo disfrutan… eso sí, con alguien de confianza o alguien con quien se encuentren cómodos. En cambio, esas mismas personas que toleran el dolor físico puede que sufran mucho emocionalmente y sean muy susceptibles a imágenes, comentarios… e incluso chistes (creerme, conozco a gente así, no me lo invento)… y se que muchos pensareis: eso es que están “enfermos”. Ya, claro… todo lo diferente asusta y la única explicación es la enfermedad (¿os recuerda algo al tema de la homosexualidad, por poner un ejemplo?).
A muchos se nos ha llenado la boca hablando de “¿quién no ha contado un chiste macabro o se ha reído con ello?”… exacto, todos lo hemos hecho, porque forma parte de la condición humana. Pero ¿dónde y con quien lo hacemos?... con amigos, con gente con la que tenemos confianza (como el masoquista con el dolor físico), con aquellos con los que sabemos que entenderán como somos y a los que sabemos no haremos daño de ningún tipo… porque jamás se nos ocurriría contar un chiste macabro sobre la madre de un amigo presente que acabara de morir, ¿verdad?, eso si es mal gusto, ¿no?... creo todos estaríamos de acuerdo en que es un chiste “fuera de lugar”.  ¿No es eso un límite del humor?.
Manuela Carmena estuvo muy fina y clara al hablar de esos límites y yo no puedo estar mas de acuerdo con ella en ese sentido: claro que hay límites en el humor y están en el dolor. Cuando ocurrió todo lo de CHARLIE HEBDO y el JESUISCHARLIE ya tuve polémicas en redes sociales al decir que a mi no me hacía gracia ese humor, que yo no era CHARLIE en el sentido de que lamentaba profundamente lo sucedido, en que es irracional el asesinato (y mas por ideas religiosas) y que es terrible que sigamos viviendo esas cosas… pero que ocurra eso no quiere decir que yo comparta ese humor. Yo respeto que lo hagan, que lo publiquen… pero no van a contar con mi risa, llamarlo empatía al pensar en aquellos que se sientan ofendidos, porque puede ser eso. Si un amigo hace el mismo chiste conmigo y otros cuatro colegas tomando cervezas, me reiré… porque les conozco, porque estoy cómodo, porque forma parte de mi zona de confort y no veo peligro… pero si ese amigo grita el chiste ante desconocidos en ese bar… corre el riesgo de que alguien se sienta herido, le parezca agresivo y de mal gusto… ¿por qué lo se?, porque puede ser que a mi me lo pareciera, si estoy tranquilamente en un lugar en el que alguien grita un chiste macabro, puede que me incomode y no lo vea apropiado. ¿Es eso un límite en el humor?... yo creo que sí. Y el argumento de: “hay que tener sentido del humor” no me vale… ¿Por qué tengo que tenerlo?, ¿por qué tu lo tienes?... ¿y si no tengo la capacidad de reírme?, ¿y si mi capacidad no alcanza a encontrarle la gracia, o la ironía?... ¿Soy peor que tu?... ¿Tengo que soportar que algo no me guste únicamente porque se supone que tengo que tener sentido del humor?... ¿nos hemos preguntado eso cuando todos estos días clamábamos por la libertad del humor?.  (Nota aclarativa: tengo sentido del humor, me rio con todo, hago chistes macabros, de mal gusto… pero eso no quita que no comprenda al que no le gusta).

¿Cuál ha sido el problema en este caso?.

A mi parecer el error esta en creer que Twitter, Facebook o cualquier red social es nuestra zona de confort… estas redes sociales son como gritar en un bar, donde hay gente que no tiene la confianza, el conocimiento o la empatía para entender lo que pretendes… y, tal vez, puedas causar daño.  Vigalondo (uno de los principales damnificados por estos temas) lo explicaba mas o menos así en un artículo que he leído hoy, asumiendo que las redes sociales son algo que no controlamos, que no dominamos y que tenemos que aceptar esa falta de control al usarlas.

Y dicho esto, me gustaría debatir sobre otros límites… como por ejemplo el de la demagogia o el fanatismo.

¿Comparar lo que ha ocurrido con CHARLIE HEBDO es justo o es demagogia?... ¿la muerte cruel y asesinato se pueden comparar con la dimisión de un cargo público? (y, atención, parcial… que de esto se habla poco, porque GUILLERMO ZAPATA no será Concejal de Cultura y Deportes, pero sigue siendo Concejal del Ayuntamiento… con todo lo que ello conlleva, dato interesante también… y creo que una decisión sabia, porque la gente le ha votado en una lista electoral, y la gente tiene la responsabilidad – me incluyo yo- de conocer a quien vota, así que si algún votante esta molesto por esto, el responsable es él, porque seguirá siendo concejal como ese votante quiso). ¿Mi opinión?... no, no se puede comparar, porque no tiene nada que ver. CHARLIE HEBDO era un publicación independiente que tu podías comprar, consumir o ignorar… y su humor tendría consecuencias en sus ventas o no… corrían ese riesgo, el de la opinión pública y el del consumidor. Si un chiste suyo genera polémica, la gente deja de comprar la revista o su máximo accionista ve dañada su imagen, pues ese riesgo que corren, de cierre, despido o fracaso. Jamás el asesinato, obviamente, hecho deleznable.
GUILLERMO ZAPATA es un ciudadano que es elegido para ejercer un cargo público. Un día grito en un bar (si, es similar a escribir en Twitter y creo que es poco discutible esto) y dijo cosas que pueden ofender a muchas personas. Aquí entra la RESPONSABILIDAD. ¿Mala intención?, no creo… ¿Piensa igual que sus comentarios?, tampoco lo creo… ¿es responsable?... lo es por sus palabras y no lo es por sus consecuencias.  Un político corre ese riesgo… es decir, una figura que representa a los ciudadanos corre riesgos públicos… sin mas, y una dimisión (repito, parcial, porque afortunadamente puede demostrar su valía como representante publico a través de su puesto de concejal) no puede ser comparada con un asesinato.  Lo siento… creo que eso es un límite de demagogia.

Ahora algunos diréis (con razón), “no estamos comparando la dimisión con el asesinato, estamos comparando como algunas veces se defendía el sentido del humor negro y otras no”. También es fácil rebatirlo… con el mismo argumento… yo defenderé siempre que nadie debe morir por expresarse como quiera… pero también defenderé que nadie puede estar exento de consecuencias con sus actos, chistes y demás.  Y, claro, si, hay demagogia en todos aquellos JE SUIS CHARLIE que hoy ponen a parir a GUILLERMO ZAPATA si solo defendían el sentido del humor.

También hay una parte curiosa, que tiene que ver con el sentido del humor y las redes sociales, que tiene que ver con la percepción del mundo tan diferente que tenemos muchos. Guillermo Zapata es guionista (de hecho, fuimos compañeros durante un tiempo en HOSPITAL CENTRAL, el como guionista y yo como ayudante de dirección), director y forma parte del mundo de las artes. Todos los que pertenecemos, vivimos, compartimos en ese mundo tenemos muchas cosas en común… y una de ellas es la de ver la vida un poco como ficción. Nos entendemos, estamos en la misma “onda”, hay algo que nos une… nuestra visión de la vida es muy diferente al de una persona que por ejemplo se dedica a otros campos mas técnicos, racionales, específicos. Y eso nos lo encontramos muy habitualmente cuando coincidimos personalidades de “ámbitos” diferentes.
Es lógico que nosotros empaticemos mas con Zapata, por supuesto. Entendemos la ficción, el humor, la narración de otras maneras… pero una persona tal vez de otro ámbito no empatice igual, y entonces ahí surge un conflicto. ¿Alguien es mejor que otro?... porque es muy probable que nosotros muchas veces no entendamos el humor o la visión de alguien alejado de nuestros ámbito. Y eso, siempre, hay que respetarlo.

Y por último (perdón por la Biblia), hablar de los límites del fanatismo. Se ha dado un caso curioso con todo esto. Desde aquel 15M de los Indignados se empezó una visión crítica mas severa a los políticos… cualquier mínimo detalle: "Candy crush en el congreso, comentario en redes sociales, gestos con la gente, gastos… etc…" era perseguido, analizado, denunciado y publicado… era una persecución (para mi, necesaria) constante, en búsqueda de cambio, de mostrar las razones de la indignación. Todo era mirado con lupa y puesto en tela de juicio. Creo que han sido innumerables las denuncias, exigencias de dimisión, los insultos y la indignación estos años contra políticos.  Durante todo este tiempo, y yo me incluyo, nunca oí a nadie decir eso de límites del humor, o “no le conocéis”, “no es justo solo por un comentario”, “dejarle trabajar”, etc… no lo oí porque no lo queríamos oír… nuestro “fanatismo” por lograr el cambio solo nos hacía mirar hacia un lugar. 
Pero estas cosas suelen pasar en la vida… eso de que cuando te vuelves muy extremista con algo se te puede dar la vuelta e ir contra ti. Ahora resulta, que cuando conseguimos muchos lo que queríamos, políticos en teoría diferentes, entrando en las instituciones… nos molesta que se les mire con lupa, que se les saquen comentarios y que se les ponga en tela de juicio… cuando no deja de ser lo que hemos estado haciendo los últimos años (y sigamos haciéndolo, por favor). Pero nuestro “fanatismo” por el cambio, en lugar de tirar por el sendero del vamos a dar ejemplo o demostrar que no somos iguales o ser conscientes de que hay que aceptar que esta es la realidad de la responsabilidad publica, en lugar de eso, se tira por la defensa, por la justificación y por las teorías de la conspiración (probablemente muy ciertas… y por otro lado, evidentemente previsibles). El juicio autocrítico siempre esta cegado por el fanatismo.

Lograr objetivos difíciles conlleva riesgo y dolor. Hay que perder muchas cosas para ganar otras. Si nos convertimos en fanáticos que no podemos aceptar perder y equivocarnos, nunca avanzaremos… nunca lograremos el cambio.

Yo creo en el cambio… pero en el cambio constante. Creo en aceptar que siempre estaremos cometiendo errores y que al tratar de solucionarlos, cometeremos otros en el futuro… pero si lo vamos aceptando nunca nos quedaremos estancados, anclados y sin saber que hacer. La vida es movimiento… cambio, constante. Un agua estancada acaba pudriéndose. Al igual que es un acto un poco iluso seguir con una constitución de hace mas de treinta años y creer en un sistema que en ese momento pudo valer la pena, pero que tendría muchos errores que hoy se pagan. Al igual que eso es un error y todos queremos cambiarlo… asumamos que nos vamos a equivocar nosotros también, y que es mejor ir aceptándolo y asumiendo las consecuencias que no construyendo una idea fanática que no se pueda mover y que nuestros nietos tengan que luchar por cambiar los errores que nunca reconoceremos.

Hay límites, siempre. Nuestro trabajo es superarlos… pero no imponerlos a los demás.

Seguimos Soñando.