¿Hay límites en el humor? nos estamos preguntando estos dos
últimos días a raíz de la polémica con Guillermo Zapata, sus tuits y su
dimisión y responsabilidad.
¿Hay límites?, efectivamente los hay, porque de no haberlos,
no estaría escribiendo sobre esto y no estaríamos debatiendo sobre ello… cuando
hay cosas lógicas, hay cosas lógicas… y esto cae sobre su propio peso: hay
límites.
¿Quién marca los límites?... ¿tu?... ¿yo?... ¿Chiquito?...
Siempre he defendido que como seres humanos estamos entrando
en la edad adulta… pero como sociedad somos aun adolescentes. Ahora debo añadir
que como seres tecnológico-sociales no somos mas que bebés gateando a cuatro
patas.
Cuando el hombre decidió vivir en sociedad tuvo que aceptar
muchas cosas que aun hoy en día no están del todo superadas (prejuicios,
racismo, intolerancia…)… y existe un motivo para ello: NO TODOS SOMOS IGUALES…
o mas bien, TODOS SOMOS DIFERENTES.
Y aquí es donde se encuentran los límites. Y aquí es donde empieza la demagogia, la paradoja
y muchas veces lo irracional.
Parece que todos pretendemos que los demás sean y piensen
igual que nosotros… que les gusten las mismas cosas, que valoren todo igual y
que les haga gracia o les de pena lo mismo que a nosotros. Si no es así, es algo
que no entendemos y que tendemos a descalificar, catalogar o ignorar por puro
miedo que nos demuestren que estamos equivocados y que nuestro micro-universo
del que somos dioses se nos venga encima.
Nadie puede exigirme que no cuente un chiste, ni es justo
que se me juzgue o catalogue por un chiste… pero tampoco nadie puede exigirme
que un chiste me haga gracia y ni es justo que se me catalogue o juzgue porque
no tenga ese “sentido del humor”. Las
personas somos muy complejas, y como he dicho antes, TODOS SOMOS DIFERENTES.
Hay personas a las que el dolor físico les produce placer (masoquistas) y lo
disfrutan… eso sí, con alguien de confianza o alguien con quien se encuentren
cómodos. En cambio, esas mismas personas que toleran el dolor físico puede que sufran
mucho emocionalmente y sean muy susceptibles a imágenes, comentarios… e incluso
chistes (creerme, conozco a gente así, no me lo invento)… y se que muchos
pensareis: eso es que están “enfermos”. Ya, claro… todo lo diferente asusta y
la única explicación es la enfermedad (¿os recuerda algo al tema de la
homosexualidad, por poner un ejemplo?).
A muchos se nos ha llenado la boca hablando de “¿quién no ha
contado un chiste macabro o se ha reído con ello?”… exacto, todos lo hemos
hecho, porque forma parte de la condición humana. Pero ¿dónde y con quien lo
hacemos?... con amigos, con gente con la que tenemos confianza (como el
masoquista con el dolor físico), con aquellos con los que sabemos que
entenderán como somos y a los que sabemos no haremos daño de ningún tipo…
porque jamás se nos ocurriría contar un chiste macabro sobre la madre de un
amigo presente que acabara de morir, ¿verdad?, eso si es mal gusto, ¿no?...
creo todos estaríamos de acuerdo en que es un chiste “fuera de lugar”. ¿No es eso un límite del humor?.
Manuela Carmena estuvo muy fina y clara al hablar de esos
límites y yo no puedo estar mas de acuerdo con ella en ese sentido: claro que
hay límites en el humor y están en el dolor. Cuando ocurrió todo lo de CHARLIE
HEBDO y el JESUISCHARLIE ya tuve polémicas en redes sociales al decir que a mi
no me hacía gracia ese humor, que yo no era CHARLIE en el sentido de que
lamentaba profundamente lo sucedido, en que es irracional el asesinato (y mas
por ideas religiosas) y que es terrible que sigamos viviendo esas cosas… pero
que ocurra eso no quiere decir que yo comparta ese humor. Yo respeto que lo
hagan, que lo publiquen… pero no van a contar con mi risa, llamarlo empatía al
pensar en aquellos que se sientan ofendidos, porque puede ser eso. Si un amigo
hace el mismo chiste conmigo y otros cuatro colegas tomando cervezas, me reiré…
porque les conozco, porque estoy cómodo, porque forma parte de mi zona de
confort y no veo peligro… pero si ese amigo grita el chiste ante desconocidos
en ese bar… corre el riesgo de que alguien se sienta herido, le parezca
agresivo y de mal gusto… ¿por qué lo se?, porque puede ser que a mi me lo
pareciera, si estoy tranquilamente en un lugar en el que alguien grita un
chiste macabro, puede que me incomode y no lo vea apropiado. ¿Es eso un límite
en el humor?... yo creo que sí. Y el argumento de: “hay que tener sentido del
humor” no me vale… ¿Por qué tengo que tenerlo?, ¿por qué tu lo tienes?... ¿y si
no tengo la capacidad de reírme?, ¿y si mi capacidad no alcanza a encontrarle
la gracia, o la ironía?... ¿Soy peor que tu?... ¿Tengo que soportar que algo no
me guste únicamente porque se supone que tengo que tener sentido del humor?...
¿nos hemos preguntado eso cuando todos estos días clamábamos por la libertad
del humor?. (Nota aclarativa: tengo
sentido del humor, me rio con todo, hago chistes macabros, de mal gusto… pero
eso no quita que no comprenda al que no le gusta).
¿Cuál ha sido el problema en este caso?.
A mi parecer el error esta en creer que Twitter, Facebook o
cualquier red social es nuestra zona de confort… estas redes sociales son como
gritar en un bar, donde hay gente que no tiene la confianza, el conocimiento o
la empatía para entender lo que pretendes… y, tal vez, puedas causar daño. Vigalondo (uno de los principales
damnificados por estos temas) lo explicaba mas o menos así en un artículo que
he leído hoy, asumiendo que las redes sociales son algo que no controlamos, que
no dominamos y que tenemos que aceptar esa falta de control al usarlas.
Y dicho esto, me gustaría debatir sobre otros límites… como
por ejemplo el de la demagogia o el fanatismo.
¿Comparar lo que ha ocurrido con CHARLIE HEBDO es justo o es
demagogia?... ¿la muerte cruel y asesinato se pueden comparar con la dimisión
de un cargo público? (y, atención, parcial… que de esto se habla poco, porque
GUILLERMO ZAPATA no será Concejal de Cultura y Deportes, pero sigue siendo
Concejal del Ayuntamiento… con todo lo que ello conlleva, dato interesante
también… y creo que una decisión sabia, porque la gente le ha votado en una
lista electoral, y la gente tiene la responsabilidad – me incluyo yo- de
conocer a quien vota, así que si algún votante esta molesto por esto, el
responsable es él, porque seguirá siendo concejal como ese votante quiso). ¿Mi
opinión?... no, no se puede comparar, porque no tiene nada que ver. CHARLIE
HEBDO era un publicación independiente que tu podías comprar, consumir o
ignorar… y su humor tendría consecuencias en sus ventas o no… corrían ese
riesgo, el de la opinión pública y el del consumidor. Si un chiste suyo genera
polémica, la gente deja de comprar la revista o su máximo accionista ve dañada
su imagen, pues ese riesgo que corren, de cierre, despido o fracaso. Jamás el
asesinato, obviamente, hecho deleznable.
GUILLERMO ZAPATA es un ciudadano que es elegido para ejercer
un cargo público. Un día grito en un bar (si, es similar a escribir en Twitter
y creo que es poco discutible esto) y dijo cosas que pueden ofender a muchas
personas. Aquí entra la RESPONSABILIDAD. ¿Mala intención?, no creo… ¿Piensa
igual que sus comentarios?, tampoco lo creo… ¿es responsable?... lo es por sus
palabras y no lo es por sus consecuencias.
Un político corre ese riesgo… es decir, una figura que representa a los
ciudadanos corre riesgos públicos… sin mas, y una dimisión (repito, parcial,
porque afortunadamente puede demostrar su valía como representante publico a
través de su puesto de concejal) no puede ser comparada con un asesinato. Lo siento… creo que eso es un límite de
demagogia.
Ahora algunos diréis (con razón), “no estamos comparando la
dimisión con el asesinato, estamos comparando como algunas veces se defendía el
sentido del humor negro y otras no”. También es fácil rebatirlo… con el mismo
argumento… yo defenderé siempre que nadie debe morir por expresarse como
quiera… pero también defenderé que nadie puede estar exento de consecuencias
con sus actos, chistes y demás. Y,
claro, si, hay demagogia en todos aquellos JE SUIS CHARLIE que hoy ponen a
parir a GUILLERMO ZAPATA si solo defendían el sentido del humor.
También hay una parte curiosa, que tiene que ver con el
sentido del humor y las redes sociales, que tiene que ver con la percepción del
mundo tan diferente que tenemos muchos. Guillermo Zapata es guionista (de
hecho, fuimos compañeros durante un tiempo en HOSPITAL CENTRAL, el como
guionista y yo como ayudante de dirección), director y forma parte del mundo
de las artes. Todos los que pertenecemos, vivimos, compartimos en ese mundo
tenemos muchas cosas en común… y una de ellas es la de ver la vida un poco como
ficción. Nos entendemos, estamos en la misma “onda”, hay algo que nos une…
nuestra visión de la vida es muy diferente al de una persona que por ejemplo se
dedica a otros campos mas técnicos, racionales, específicos. Y eso nos lo encontramos
muy habitualmente cuando coincidimos personalidades de “ámbitos” diferentes.
Es lógico que nosotros empaticemos mas con Zapata, por
supuesto. Entendemos la ficción, el humor, la narración de otras maneras… pero
una persona tal vez de otro ámbito no empatice igual, y entonces ahí surge un
conflicto. ¿Alguien es mejor que otro?... porque es muy probable que nosotros
muchas veces no entendamos el humor o la visión de alguien alejado de nuestros
ámbito. Y eso, siempre, hay que respetarlo.
Y por último (perdón por la Biblia), hablar de los límites
del fanatismo. Se ha dado un caso curioso con todo esto. Desde aquel 15M de los
Indignados se empezó una visión crítica mas severa a los políticos… cualquier
mínimo detalle: "Candy crush en el congreso, comentario en redes sociales,
gestos con la gente, gastos… etc…" era perseguido, analizado, denunciado y
publicado… era una persecución (para mi, necesaria) constante, en búsqueda de
cambio, de mostrar las razones de la indignación. Todo era mirado con lupa y
puesto en tela de juicio. Creo que han sido innumerables las denuncias,
exigencias de dimisión, los insultos y la indignación estos años contra
políticos. Durante todo este tiempo, y
yo me incluyo, nunca oí a nadie decir eso de límites del humor, o “no le conocéis”,
“no es justo solo por un comentario”, “dejarle trabajar”, etc… no lo oí porque
no lo queríamos oír… nuestro “fanatismo” por lograr el cambio solo nos hacía
mirar hacia un lugar.
Pero estas cosas suelen pasar en la vida… eso de que cuando te
vuelves muy extremista con algo se te puede dar la vuelta e ir contra ti. Ahora
resulta, que cuando conseguimos muchos lo que queríamos, políticos en teoría
diferentes, entrando en las instituciones… nos molesta que se les mire con
lupa, que se les saquen comentarios y que se les ponga en tela de juicio…
cuando no deja de ser lo que hemos estado haciendo los últimos años (y sigamos
haciéndolo, por favor). Pero nuestro “fanatismo” por el cambio, en lugar de
tirar por el sendero del vamos a dar ejemplo o demostrar que no somos iguales o
ser conscientes de que hay que aceptar que esta es la realidad de la
responsabilidad publica, en lugar de eso, se tira por la defensa, por la
justificación y por las teorías de la conspiración (probablemente muy ciertas…
y por otro lado, evidentemente previsibles). El juicio autocrítico siempre esta
cegado por el fanatismo.
Lograr objetivos difíciles conlleva riesgo y dolor. Hay que
perder muchas cosas para ganar otras. Si nos convertimos en fanáticos que no
podemos aceptar perder y equivocarnos, nunca avanzaremos… nunca lograremos el
cambio.
Yo creo en el cambio… pero en el cambio constante. Creo en
aceptar que siempre estaremos cometiendo errores y que al tratar de
solucionarlos, cometeremos otros en el futuro… pero si lo vamos aceptando nunca
nos quedaremos estancados, anclados y sin saber que hacer. La vida es
movimiento… cambio, constante. Un agua estancada acaba pudriéndose. Al igual
que es un acto un poco iluso seguir con una constitución de hace mas de treinta
años y creer en un sistema que en ese momento pudo valer la pena, pero que
tendría muchos errores que hoy se pagan. Al igual que eso es un error y todos
queremos cambiarlo… asumamos que nos vamos a equivocar nosotros también, y que
es mejor ir aceptándolo y asumiendo las consecuencias que no construyendo una
idea fanática que no se pueda mover y que nuestros nietos tengan que luchar por
cambiar los errores que nunca reconoceremos.
Hay límites, siempre. Nuestro trabajo es superarlos… pero no
imponerlos a los demás.
Seguimos Soñando.
Seguimos Soñando.