“¿Qué les pasa a los tíos?”, es una frase que oigo muy a
menudo en boca de chicas, mujeres e incluso hombres. Interesante tener que
responder a esto.
Dicen que somos cobardes, niñatos, que no sabemos lo que
queremos, que un día somos apasionados enamorados pero que luego desaparecemos
meses. Ellas dicen que les estamos volviendo locas. ¿Qué ocurre?.
Cuando sale el tema del “amor eterno”, siempre que se
debate, alguien dice (en un 95% de las veces es una chica) eso de: “pues mis
abuelos aún con ochenta años siguen paseando de la mano y se miran con un
amor…” ; Debemos tener los abuelos mas amorosos del planeta, lo he oído en
tantas ocasiones que vivo con miedo de estar ciego y no verlo jamás en mi día a
día… porque de verdad que voy con los ojos muy abiertos por la calle. No quiero
decir que mientan, seguramente es verdad, no lo dudo. Yo no tuve la suerte de
conocer a mis abuelos y menos en esa faceta. Tal vez eso explique muchas cosas…
o no.
Como siempre, yo tengo una teoría. Hace un par de meses una
buena amiga (con la que debato sobre estos temas bastante) me mandó este
video: https://www.youtube.com/watch?v=vfzKle09O0Y
Es Jesús Terrés y es muy interesante lo que dice. Y por lo visto sus amigas le dicen lo mismo
que a mi las mías. Estoy de acuerdo en su planteamiento pero no tanto en sus
conclusiones.
Para el que no quiera ver el vídeo (que deberíais) no os preocupéis, lo que
voy a contar es un poco mas o menos lo mismo. A la pregunta de ¿por qué no
somos como nuestros abuelos? Hay una respuesta muy sencilla: Porque no somos
nuestros abuelos.
El mundo, el universo, esta en constante cambio y
movimiento, nada esta parado, todo se mueve y cambia. Una evidencia es clara en
nuestra existencia, tenemos pánico a lo desconocido y tenemos pánico a aceptar
los cambios. Lo vemos día a día. Como dice Terrés en su charla, en España hay
un divorcio cada seis minutos a día de hoy. Interesante dato. Prácticamente hay
el mismo número de divorcios que de matrimonios. ¿La razón?. Voy a intentar exponer mi teoría:
Podría hablar de antropología y de la historia del hombre
para entender las diferencias históricas entre masculino y femenino a lo largo
de la existencia de nuestra especie. Cuando éramos nómadas, no diferenciábamos
muy bien los géneros, simplemente tener hijos era cualidad al azar, no
significaba mucho… el sexo era puro instinto, además, cuando había algún
peligro, lo primero que la especie dejaba atrás era a las mujeres y a los niños
porque eran más “débiles”. Cuando el hombre se asienta y se vuelve sedentario,
comienza a entender los ciclos (estaciones del año, ciclos lunares… y los
ciclos femeninos). Al tener que cuidar del campo y de la producción, el hombre
entiende que cuanta mas mano de obra, mucho mejor, y ahí la mujer se convierte
en una diosa, porque es el símbolo de la fertilidad. En esos momentos de la
historia todos los dioses eran diosas, tenían nombres femeninos y las
representaciones artísticas eran en honor de la fertilidad y la mujer. El
sedentarismo trae consigo la territorialidad y sus consiguientes pugnas (la
avaricia del hombre o su instinto de supervivencia). Así comienzan las guerras,
y así se forjan los “héroes”… y es donde el hombre comienza a recuperar terreno
“divino” ante la mujer. El culmen del equilibrio tal vez esté en la antigua
Grecia. Allí había tantos dioses masculinos como femeninos, y había muchos, y
cada uno representaba una virtud, había diosas de la vida libertina, de la sabiduría,
del hogar, etc… es decir, había un modelo divino de conducta muy variado para
las mujeres y también para los hombres. Con la llegada e imposición del
monoteísmo (judaísmo, cristianismo básicamente en nuestro mundo occidental)
todo eso cambia. Porque al igual que hay un solo Dios (masculino en este caso)
también hay un único modelo de conducta: Adán y Eva. Ni siquiera los modelos de
conducta son dioses… sino simples mortales torpes e idiotas. A la mujer se le
dice que sólo tiene dos opciones: o se tapa y sirve al hombre… o se desnuda y
destruye el mundo. Así de simple… y simplificando, llegamos hasta nuestros
días. El modelo femenino durante los últimos siglos y milenios ha sido el de la
sirvienta tapada. Todo lo que significara no servir al hombre o enseñar carne,
era pecado y rechazado. Mujer de mala vida destinada al infierno.
Después de esta rápida e imprecisa clase de historia
antropológica (que me perdonen los expertos, que seguro rebatirían de muchas
maneras lo que he contando, sobre todo matizándolo), llegamos a lo que nos
importa: estamos cambiando.
En nuestro entorno y sociedad (en la india sigue habiendo
religiones con diosas de todos los modelos de conducta) el monoteísmo esta
muriendo (aunque no lo parezca) y da como resultado una mayor libertad de
pensamiento y acción, apoyado por los avances científicos que ayudan a esa
creciente inercia de la muerte de dioses y monoteísmo. Hasta hace apenas un siglo, si eras hombre o
mujer, tenías pocas alternativas en la vida: la calidad de vida y esperanza de
años era bastante menor y la mayoría vivían en núcleos rurales, en los cuales
la única manera de sobrevivir era con el trabajo del campo y los animales. Para
ello se necesitaban muchas manos (hijos) y un duro trabajo físico (hombre),
mientras que el lugar de la mujer estaba en criar esos hijos y cuidar de esos
hombres (generalizando, como siempre, que la mujer trabajaba y mucho). Pero no
existía mas alternativa, o hacías eso o no sobrevivías. Por tanto, las
circunstancias hacían que siguiendo los preceptos religiosos y culturales, y
atendiendo a la alternativa para sobrevivir, surgieran las familias que
conocemos hoy en día. ¿Dónde iba la mujer sin un hombre y un hombre sin una
mujer?... era la única opción de supervivencia, de tener sexo y de tener afecto
y cariño.
Pero hoy día eso ha cambiado. Existen miles de alternativas.
Por suerte la mujer se ha “liberado” de esa opresión cultural/religiosa y puede
elegir entre varias vidas. Eso hace que no este obligada a tener un hombre. Y
eso da mucho miedo a los hombres (recordar, una mujer libre es pecado, puede
comer la manzana y mandarlo todo a la mierda). Pero, recordar también lo básico
que es un hombre biológicamente… porque yo, a mis treinta tres años y soltero,
hace un siglo estaría para vestir santos y gastarme todo en prostíbulos. Pero
hoy, ay hoy!!, es todo un campo de posibilidades, hay jóvenes, solteras,
divorciadas, viudas de todas las edades!!… es un abanico demasiado amplio como
para conformarte sólo con una cosa… y además te liberas del compromiso y
sacrificio!!, son todo ventajas. ¿Y la mujer?, pues la mujer también puede
elegir, claro!!. Y aquí otro miedo. Antes, una mujer no podía dejar a un
hombre, por lo que el hombre vivía tranquilo… pero como somos cobardes y
miedicas (nuestras madres siempre nos protegieron mucho) y ahora la mujer nos
puede dejar… pues tenemos miedo de que nos hagan pupa y salimos corriendo ante
esa posibilidad.
¿Cuál es la conclusión?, pues que estamos muy muy perdidos.
No sabemos que tenemos que hacer. La oferta es tan variada y las posibilidades
también, que no queremos perdernos nada y queremos tenerlo todo. Y esto es extensible a ambos género, lo que
creo que ocurre es que como el hombre jamás entendió a la mujer, esta en el
mismo punto, pero la mujer, que si entendía el comportamiento básico del
hombre, ahora se siente desbordada ante la confusión del género masculino ante
tanto cambio.
Pero… ¿sabéis que?, que todas estas teorías (para mi muy
reveladoras) se van a la mierda cuando hablamos de homosexualidad o
bisexualidad (términos que cada vez me resultan mas incomodos de usar, porque
odio las etiquetas y soy fan de la pansexualidad). Es decir, todos somos
personas y queremos y amamos como tal, sin necesidad de géneros y tener que
abarcar un rol. Y aquí es donde quiero llegar. Si nos remontamos a la antigua
Grecia, cuando la bisexualidad y el “libertinaje” eran cosas aceptadas y
practicadas, nos encontramos con la cuna de la filosofía, la democracia y el
arte. Es decir, el hombre en su mayor plenitud, cuando era mas libre
sexualmente. Ahora creemos que somos libres sexualmente, pero seguimos atados a
un pensamiento de milenios que nos hace constantemente juzgarnos, y, por tanto,
perdernos y confundirnos.
¿Por qué hay que seguir reglas cuando quieres comenzar una
relación?, ¿de verdad todas las parejas deben hacer lo mismo y comportarse de
la misma manera para considerarse pareja?... y, cuando no lo haces, cuando te
comportas como quieres, en confianza y te sales de esas reglas, es tu entorno
quien te hace dudar. Serio problema. La
sexualidad sigue muy atada a lo sentimental. La “pareja” sigue muy atada a los
usos y costumbres sociales/religiosos. Nosotros no sabemos que es una cosa y
que es la otra. Lo queremos todo, pero si no cumplimos las reglas, hay un error.
El cambio trae consigo la adaptación. Para lo bueno y lo
malo, las especies se adaptan para poder sobrevivir. El ser humano tiene un
especial síndrome de Estocolmo, se acostumbra muy rápido a todo, ya sea bueno o
malo y acaba aceptándolo y amándolo. El hombre ha sido esclavo y lo ha aceptado
y se ha acostumbrado a ello (aquí podíamos debatir sobre eso de porque no
existe una revolución) pero el hombre solo se mueve cuando corre peligro su
existencia y supervivencia. Nos adaptamos a todo y lo acabamos queriendo. Si
nos encerraran en una casa con la persona que mas odiamos del mundo, durante
mucho tiempo, acabaríamos amando a esa persona, porque dependeríamos de ella,
porque no podríamos dejar de pensar en ella (simple cuestión de supervivencia,
como los secuestrados que se enamoran enfermizamente de sus secuestradores) es
un mecanismo de supervivencia. Por eso es probable que si nos viéramos obligados
a compartir nuestra vida con alguien, acabáramos amándolo!!, por supuesto, si
tengo hijos, comparto dramas y penurias, comparto éxitos y recorro la mayor
parte de mi vida junto a alguien, irremediablemente amare a ese alguien. ¿Eso
es bonito?... nos gusta pensar que sí.
Pero hoy no lo necesitamos para sobrevivir. Y de ahí viene que estemos
tan perdidos.